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Para los que me conocen de hace mucho, saben que uno de mis más grandes sueños pendientes era abrazar a Calamaro, ese “mechudo vicioso” como le decía mi mamá. Ocurrió el día 18 de noviembre, unos amigos (Juangui Medina y Pepe) me lograron colar en la rueda de prensa y yo estaba más nervioso que un putas, no todos los días se tiene a escasos 2 metros a la banda sonora de toda una vida, yo me sentía como si me fuera a ver con una vieja: no sabía que ropa ponerme, hasta estrené bóxer, sentía que tenía que ser una pinta que estuviera a la altura de semejante momento.

Cuando este man entró al salón, casi me da un infarto: me sudaban las manos, estaba igual de nervioso a cuando paso por el parque Bolívar de noche. Se me aislaron los oídos, quedé aguevado, todo era como en cámara lenta, menos mal la respiración es un movimiento involuntario porque sino me hubiera ahogado ahí.

Entiéndanme, yo siento que con los años he venido perdiendo la capacidad de asombro, ya pocas cosas me sorprenden o me emocionan, por eso ver a Calamaro era increíble para mí. Este man que prácticamente me crió con sus canciones, a este man que le debo el 80% de mi vida sexual, porque con las canciones de él he enredado a más de una, es burundanga auditiva, es mediecita de ron, dilata prácticamente. Si una vieja acepta escuchar calamaro conmigo tiene que ir comprando la postday. Calamaro ha estado presente en todos los momentos marcadores de mi vida, se volvió casi que mi mejor amigo sin él saber: nadie me ha visto más triste que él y nadie me ha visto más feliz que él, hay una canción de calamaro para cada momento.

Tuve la oportunidad de hacerle una pregunta, de que por unos minutos ese man me mirara sólo a mi (esto suena tan LGBTI) de que por un instante el man supiera que a miles de kms de sus trabas, había alguien que le demostraba una profunda admiración y que ese justo momento iba a ser inolvidable para una vida. Por eso mismo no quería arruinar semejante papayazo con una pregunta estúpida, se imaginan yo preguntándole “y qué tal el viaje?”. El man al pArincipio no me miró, pero con este carisma y don de gente sin igual, hice que me determinara, me miró, me puso atención y antes de que respondiera, hice lo que toda mi vida soñé: pedirle un abrazo.

El man sonrió y dijo “Bueno” (tan expresivo el malparidito, tan seco, quieeetooo, ¿cómo le digo?, ¿cofio? ¿Tostada?), cuando yo daba los pasos que acortaban la distancia para llegar a él, me pasaban miles de momentos por la cabeza, estaba dirigiéndome a abrazar un sueño, de apretar 32 cds y 4 dvds que tengo de él, estaba como ido, nos encontramos y para mi sorpresa él fue quien me resultó abrazando a mí, yo me aferré a esa chaqueta de cuero (como si se la fuera a robar) y en silencio y con fuerza le intenté transmitir lo que ya las palabras no podían lograr. Me dijo “este tipo de confesiones le dan sentido a lo que hago, que estando lejos y a través de la música pueda impactar y entrar a la vida de alguien, a partir de hoy, vos también sos mi amigo”. Las orejas las tenía ardiendo, sólo pude decirle: “ey vení, aruñame la espalda”, mentiras, sólo le dije: “gracias”.

Eso me lo dijo como a 3 cms de la boca, en la foto se ve como si casi nos besáramos, yo hasta lo llegué a pensar, era un pico con el mismísimo Calamaro, si alguna vez pensara en dar culo se lo doy a él, este durito no es para cualquier feo, si voy a dar culo que sea por todo lo alto.

Sin duda un momento… para no olvidar.

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